EDITORIAL

 


El 30 aniversario de la revista nuclear


Se ha dicho que en los cumpleaños se acostumbra elogiar. En cualquier caso, Nucleus cumple 30 años y debemos hacer un alto valorativo. Evitaremos en lo posible  los pasamanos sin sustancia  y las diatribas de oficio. Si se emprendía un desarrollo nuclear, la idea de crear una revista fue sin dudas pertinente ¿Cuál revista?, ¿con que alcance? Tal vez pueda verse en la misión que se declara o mejor, en el número 0 del ya lejano 1986. No se debía excluir ninguna temática nuclear, ni noticias relevantes, sobre todo las asociadas al programa cubano. La revista debía tener una estructura y formato, una periodicidad, acordes con lo que se aspiraba comunicar y en determinada medida, orientar. Sin pecar de presuntuosos, tal vez ese propósito inicial ha sido cumplido. Nucleus ha reseñado la evolución y los principales resultados de la política nuclear cubana en organización, ciencia, ingeniería, tecnología, innovación, aplicaciones, formación de recursos humanos, colaboración nacional e internacional, divulgación. No todo, por supuesto, ni siempre con la misma altura y eficacia. Pero, de manera asombrosamente sostenida, contadas pausas aparte. En verdad, un valioso universo informativo al que, de cuando en cuando, hay que acudir y un espacio que sabemos es real y ¿por qué no?, nuestro. En esto último no debe haber sospecha de localismo u orgullo tontos, sino concepto. Nucleus  ha pretendido reflejar  los emprendimientos cubanos en ciencia y tecnologías de avanzada a partir de lo nuclear, en el contexto de un país de recursos limitados, pero voluntad sostenida de desarrollo.

Y eso hay que darlo a conocer ¿Quién se sirve de ello, a quién va dirigido, qué papel en realidad juega Nucleus? Aunque, tal vez, parecieran obvias las respuestas, son preguntas que después de 30 años debemos hacernos para ajustar la agenda del trabajo venidero. Revista necesariamente multidisciplinaria, aunque no siempre hemos seguido las mismas pautas editoriales o enfoques, se han preservado espacios donde se aúna el estado del arte de algunas temáticas y artículos científicos y tecnológicos, en buena medida, originales. Aspecto que conviene resaltar sin pretensiones, más allá del propósito inicial refrendado y modulado por la práctica. Tal vez debiéramos estimular de manera específica la innovación, de continuo presente en el quehacer de nuestras instituciones y no siempre en nuestras páginas. Asuntos  más demandantes como la de ser un espacio que soporte las normas establecidas para postgrados, maestrías y doctorados es algo de alcance todavía insuficiente. Por otra parte, no siempre se publica en Nucleus, lo mejor que podríamos en ciencia y tecnología. Tal vez no sea criticable, aunque no sería desmedido pedir que en Nucleus se publique buena parte de lo mejor que produzcamos. Quisiéramos pensar que se ha hecho realidad la tendencia de dar a lo que se publique el máximo de rigor, no importa que nos tome por el cuello el muchas veces magro “Colchón Editorial”. Si exiges, no tienes y si tienes sin exigir, te estancas. Unidad y lucha de contrarios. Queremos pensar también que en el proceso de selección, análisis, arbitraje, intercambio con los autores y aprobación de las contribuciones que recibe, Nucleus ha sido una escuela. Así lo hemos experimentado al menos en el Consejo Editorial.

Como tiene fanáticos, seguidores, amigos no demasiado entusiastas, detractores, Nucleus, vive. A todos, gracias, a los fanáticos que no se ofusquen y vean por dónde debemos andar, a los seguidores que nos sigan siguiendo, a los detractores que examinen con serenidad sus razones y se sumen, a los amigos que se animen más para que Nucleus, nuestra única revista, no solo viva sino que refleje cada vez con más brillantez y beneficio para todos, nuestro necesario quehacer.


Consejo Editorial